viernes, 22 de enero de 2016

BAMBU

Proyecto: “Un bosque para una admiradora de la luna” – Vivienda en Bambú Situación: Guanacaste – Costa Rica Estado: Construido Fecha: 2.010 Arquitecto: Benjamín García Saxe Constructor: Benjamin Garcia Saxe, Rex Garcia Saxe, Constructora Brenes Área: 100 m2 Costo total: 40.000 USD Fuentes: - See more at: http://www.cosasdearquitectos.com/2014/09/vivienda-en-bambu-recuperando-el-sentido-comun/#sthash.YENn0ROs.dpuf



En lo cotidiano la arquitectura se basa en tener un lugar donde refugiarnos y estar seguros desde las necesidades básicas hasta las adquiridas a partir del sentido común del ser humano, el mismo sentido que al ser recuperado, se convierte en la base fundamental para separarnos de los paradigmas y empezar a realizar propuestas arquitectónicas humanas que permitan habitar el espacio adecuadamente. Es necesario comprobar que la arquitectura es más que tener un lugar donde dormir, es más que sentido común, pero para tener buenos resultados se debe partir de lo habitual, aquello que nos rodea a diario como seres humanos habitando ciudades enteras para poder sentir los lugares.
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Es así como el arquitecto Costarricense Benjamín García, se dispone a luchar junto al sentido común por crear una nueva vanguardia que demuestre que no es necesario invertir grandes sumas de dinero para obtener elementos arquitectónicos que conformen obras majestuosas, sino que, entre lo que se utiliza a diario, se pueda crear excelente arquitectura, como la que el plantea al diseñar “un bosque para una admiradora de la luna, proyecto que además de estar compuesto por toda la dedicación de brindarle a su madre el hogar soñado, pudiera demostrar que entre las costumbres diarias y el modo de habitar de cada persona, se pueden concluir diseños que permitan sentir la apropiación de la obra.

El proyecto parte de conocer la forma en que su madre habitaba su antigua vivienda, combinando el sonido de los animales que desde el amanecer indicaban las primeras tareas del día, hasta la posición de su cama a la hora de ir a dormir, donde resultaba fundamental poder observar la luna. Los quehaceres diarios, los mayores placeres así como las actividades de menor importancia, debían estar relacionadas todas entre sí para poder crear desde esas actividades que nos parecen comunes y rutinarias, una nueva forma de habitar el espacio. Como lo dice el arquitecto, “ella ya había encontrado su casa” y él con sus conocimientos, debía darle aquello que con sus actividades diarias, trataba de reflejar en el espacio arquitectónico, humanizándolo. La casa fue desarrollada en dos módulos conectados por un patio interior-exterior que permite relacionar el paisaje y bosque de su contexto, con la seguridad, tranquilidad y confort que genera la vivienda, constituyéndose cada módulo con un cono que se eleva al cielo para poder observar desde su interior, la luna, pero a su vez permitir controlar el aire caliente actuando como chimenea, y la iluminación para adecuarse a las necesidades climáticas que el sitio del 
El proyecto además de contar con un excelente resultado arquitectónico, al ser construido con material reutilizado de la antigua vivienda, y demás materiales conseguidos a bajo costo, permite pensar en proyectos de calidad espacial e interés social que humanicen el paradigma de vivienda de interés social que ahora encierra el mundo, permitiendo demostrar que es posible hacer arquitectura con excelente calidad espacial de bajos presupuestos.
La vivienda es el resultado de un cuento que hizo despertar a Benjamín, toda la sensibilidad e inspiración para poder diseñar y vivir esta obra.
“Ella se levanta cuando la luna se va desapareciendo. El gran sonido de los grillos le recuerda que está rodeada por el bosque. El calor del sol naciente se filtra por entre las hojas y calienta los pisos de madera, ella sabe que ya es tiempo de hacer el pan.
El sonido de los grillos ha cambiado por el canto de los pájaros, la estufa calienta el aire y el olor se disipa por cada hendija hacia el bosque. Mi mamá va a fuera a ducharse debajo del tanque del agua y repentinamente una pequeña lluvia se mezcla con su agua. Ella recorre la casa al secarse con el calor de la estufa.
Yo me levanto y me doy cuenta que ya amaneció. El sol está afuera y hay pan fresco en la mesa. Puedo ver que mi mamá está sembrando una planta de Aloe en su sala, de alguna manera ella sabe cuál es el mejor lugar para que crezca. Los rayos de sol golpean el techo de zinc, ella abre todas las puertas, cedazos y ventanas y el viento empieza a golpear sus sabanas hindúes. También puedo ver las sabanas recién lavadas que cuelgan en dos grandes árboles que le dan sombra a la casa. El viento sopla las hojas y las trae hacia la casa.



Mi mamá siempre está limpiando pero nunca nada está limpio. No hay mucho que hacer pero ella se mantiene siempre ocupada con su artesanía, libros de cuarta izquierdista, un puro y una que otra llamada telefónica. Ella se mueve por toda la casa tratando de encontrar una mejor señal, ella ha encontrado el lugar perfecto para hablar por celular entre la puerta principal y el árbol. Ahí ella ha puesto una roca en la cual se puede sentar por horas.
Mi mamá me quiere llevar a la playa pero puedo ver que ella está preocupada de dejar sola la casa, ella esconde algunas de sus posesiones más preciadas: los libros, las fotos y los puros. Ella luego pone una rama enfrente la entrada, enciende la radio y deja la puerta bien abierta. Luego ella grita: “¡adiós, nos vemos luego!” como si todavía hubiera alguien en la casa. A mí me parece como si ella le está diciendo adiós a la casa y a su vez la casa murmura entre el bosque mientras nos alejamos cada vez más y más lejos del radio.
Caminamos por el bosque hasta la calle de piedra que nos lleva a la playa. Mi mamá va a bañarse en el mar y luego de un rato se sienta a la par mía para ver el atardecer. Ella está completamente deslumbrada aunque lo ha visto cientos de veces. Ella me dice que deberíamos volver a la casa para agarrar los últimos rayos de sol que nos guían el camino y empezamos a oír el radio más y más fuerte minetas nos acercamos a la casa.
La luz del sol se va desvaneciendo y muy pronto el bosque va a estar iluminado por la luna. Ella tiene miedo que la oscuridad traiga algún intruso a molestarnos. Las candelas proveen una luz cambiante mientras ella toca la guitarra y ella prepara una cena rápida que es difícil de comer por la falta de luz. La luz de la luna entra en la casa y yo sé que pronto ella se va a ir a dormir. Ella ha puesto su cama en una esquina de la casa para tener una vista directa de la luna mientras se va a dormir. Ella se lava la cara y envuelve su cuerpo con paños mojados que le bajan la temperatura.
Puedo ver que la vista de la luna la deslumbra cada noche y que el sonido de los grillos la pone a dormir. De vez en cuando ella se despierta alerta por el sonido de sus alarmas naturales. La única cosa que le da arrullo es la vista iluminada de la luna muriéndose entre los árboles.”

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